Un año después: Relato de la 'buena onda'

“Señores jurados, señor moderador, estimada contraparte y público presente. ¡Buenas …”

Todos delante del Reloj de Viña del Mar

Hace exactamente un año que he pasado un día “en claro” (sin dormir). En este día, al salir de mi casa y yendo hacia el autobús que llevaría a mis compañeros y a mí al aeropuerto en São Paulo, no tenía idea de lo cuan especial e inolvidable sería el viaje que acabara de empezar.

En aquel 19 de octubre 2008, tenía en mente solo tres expectativas sobre el viaje:

- Un cierto miedo de viajar en avión, porque nunca había viajado;

- Ansiedad por conocer un país extranjero y practicar una lengua y una cultura que había visto solo en libros y en la tele.

- Nerviosismo por viajar sola a un sitio tan lejos.

Los brasileños en el aeropuerto rumbo a Chile

Mis emociones, anhelos, deseos, miedos, etc. eran tantos que no cabían dentro de mí, que al llegar a Viña del Mar, después de unas 15 horas de viaje (juntando viaje hasta São Paulo, tiempo esperando el vuelo, tiempo del vuelo, llegada a Santiago, y viaje hasta Viña) me sentía, además de cansada, feliz, dispuesta y ansiosa por conocer la habitación en la que iba a quedarme, y otras cosas relacionadas a esto. Y lo principal: ansiosa por conocer a los otros equipos participantes del torneo y la universidad.

Vista de Viña del Mar (ventana del hotel)

La “buena onda” ya ha empezado en el primer encuentro de todos los equipos en el hotel, donde hemos tenido el primer contacto. Allí he conocido a nuestra estimadísima contraparte de Rancagua, a las chicas de Arica Carol y Priscila, que Felipe y yo hemos intentado enseñarles portugués. Y he tenido la primera charla y el primera equivocación con los chicos argentinos, principalmente Sebas. No he entendido casi nada de lo que él me ha hablado, sólo tres palabras: Pelé, Maradona y fútbol. Le he dejado claro que no me gusta al fútbol y que esta rivalidad es una gran tontería. Después fueron solo risas.

En la cena de abertura, me he sentado en la mesa de los chicos de Antofagasta, he tomado por primera vez el piscosour ¡muy bueno! Y he charlado mucho con nuestra primera contraparte sobre costumbres, fútbol y telenovelas brasileñas. En esa época estaba pasando Alma Gemela. Hoy, aquí en Brasil están repitiéndola, imposible no acordarme de Chile cuando la veo.

Tuna universitaria que se presentó en la cena de abertura

Después de la cena, en el regreso al hotel, bailamos “samba” en la calle, cantamos y reímos mucho. En el hotel, estábamos tan contentos que no queríamos dormir, pero no hemos perdido la responsabilidad: tendríamos que estar despiertos temprano al día siguiente.

 

En el primer día de debates, mi nerviosismo ya no se cabía en mí. También no era para menos: no conocíamos el país, la universidad, no tenemos el español como lengua materna, no estudio en mi carrera problemas políticos-sociales y lo que nos ponía (a todos los brasileños) más nerviosos: ¡Nunca habíamos debatido antes, ni siquiera en Brasil! Después de todos estos motivos, para ayudarnos, nuestro debate era lo primero.

Al fin y al cabo, nos ha salido mejor de lo que esperábamos, a mí por lo menos. Obvio que he tartamudeado, pero logré pasarles a los jurados lo que había preparado.

Los brasileños después del debate

Después, he conocido más chicos, he tenido un almuerzo agradabilísimo con los peruanos y después, por la tarde he conocido algunos estudiantes de la universidad que nos recibieron muy bien como Hernán, William, Paulina, Valentina y otros que no me acuerdo (perdona). He visto algunos debates y he estudiado para el debate del día siguiente, hemos ayudado a Perú sobre su tema (BRIC). De ahí que supe qué era.

Los chicos de Concepción nos han acompañado en el supermercado y en el regreso al hotel.

Por la noche, molida de tanto cansancio, hemos ido a conocer Viña, sólo ha ido el equipo brasileño. Fuimos a celebrar el viaje, la experiencia y que habíamos vencido el nerviosismo por la mañana. Regresando al hotel, el dependiente nos ha dicho que éramos carreteros, fue la primera vez que he escuchado esta palabra tan repetida en este viaje.

Paseando en Viña por la noche

 

El martes por la mañana en el hotel nos quedamos estudiando para el debate y por la tarde hemos ido a la universidad debatir. Hemos cenado con los chicos argentinos y, como de costumbre, hemos tenido un equívoco lingüístico, pero al fin y a cabo todo no ha pasado de un mal entendido.

 

Por la noche hemos ido a un carrete, fue muy entretenido, he bailado mucho y he conocido el Reggaeton. Me admiré mucho con ese ritmo, más aun los otros chicos que les costó creer que no se baila Reggaeton en Brasil. Cuando he salido del Pub, estaban tocando La tortura, y yo la canté, Camila y Evann me han visto cantando y empezaron a cantar junto conmigo. El regreso al hotel fue igual que el de la cena del domingo: cantando y riendo. Aún no ha acabado el día, hemos hecho una reunión en la habitación de Arturo y Nelson, con guitarras, cantamos con los chilenos y los argentinos, pués Lourdes, que es cantante, también ha traído su guitarra. Después que hemos sido expulsados de la habitación por ruido, Arturo y Nelson se quedaron junto con nosotros en la habitación de Rodrigo y Felipe (Brasil). Reímos mucho y cantamos también. Desde ahí que Arturo ha ganado el apodo de Tamos Juntos, porque lo aprendió y le gustó esta expresión. Que bunitinho!

 

Todos divertiéndose en el carrete